Asturias es el paraíso natural donde habitan multitud de seres mitológicos, protagonistas de historias y leyendas que se van transmitiendo de generación en generación desde hace siglos. Y, de uno de estos seres, es de quien vamos a hablar hoy: El Nuberu.
Aunque el Nuberu no siempre se llamó así. O mejor dicho, no se llama así en según qué zona de Asturias te encuentres. En las zonas del occidente, se le conoce también como Renubeiru o Xuan Cabritu. Y en otros lugares, se le llama Nubeiros o Nubreiros.
¿Quieres saber cómo es el Nuberu? Lo cierto es que no está muy claro. Al igual que el nombre, su descripción varía según la región. Hay quien lo describe como un gigantón de aspecto envejecido, con una enorme cabeza, barba grisácea, boca ancha, ojo brillante (pues es tuerto) cual hoguera encendida y grandes orejas. Viste normalmente con pieles y un gran sombrero picudo de ala ancha. Otros lo describen como un hombre pequeño, viejo, arrugado, de piel oscura y piernas delgadas y torcidas. Sea como sea, lo que está claro es que la belleza no es uno de sus dones.
Dueño y señor de las nubes, lluvias y tormentas, según cuentan por ahí, el Nuberu vive con su mujer y sus hijos en lo alto de una montaña, no se sabe muy bien de dónde. Aunque hay quien opina que está en alguna cumbre entre Asturias y León, en una ciudad cubierta de nubes de la que solo sale cuando va a descargar tormentas sobre la gente. Pues esa es su principal diversión: provocar vientos, tormentas y tempestades.
Cada vez que el Nuberu pasa sobre alguna aldea, es habitual que descienda para ver si algún habitante lo agasaja de alguna manera. Si esto no ocurre, lo más probable es que entre en cólera y tome represalias descargando sobre el pueblo y los sembrados grandes tormentas de pedrisco que destruirán todas las cosechas y seguramente también casas.
Por el contrario, si encuentra quien lo trate bien, puede ser un personaje afable y bonachón, que ayude en los momentos de sequía a quien lo agasajó, o lo avise para que pueda recoger su cosecha a tiempo antes de que descargue la nube.
Los pescadores suelen temerlo. Por eso, se apresuran a volver a puerto en cuanto presienten que puede estar enojado, pues temen que pueda causar una galerna que lleve su embarcación a pique.
Si quieres espantarlo y evitar su ira, puedes pronunciar este antiguo conjuro:
«Detente nuble y nublado,
que Dios puede más que el diablo.
Detente nube, detente tú,
que Dios puede más que tú».
Si eso no funciona, dicen que el toque de las campanas también lo espanta. O puedes probar a tirarle un zapato a la nube donde viaja. Según dicen, allá donde caiga el zapato, el Nuberu descargará los rayos o el granizo. Así que si te decides por este método, te aconsejamos que entrenes el brazo y lances bien lejos.
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