Las leyendas en Asturias son numerosas, tal y como hemos ido contando en varios de nuestros post.
Hoy nos vamos a detener en una muy conocida en el principado, la llamada “Xana Carissia”
Nos tenemos que remontar hasta el siglo I a.c., cuando los romanos intentaban terminar de conquistar la península.
La conquista de los romanos
La batalla se estaba haciendo árdua, pues las tropas romanas nunca pensaron encontrarse con tanta resistencia.
Tito Carissio era el enviado por el imperio para intentar someter de una vez a los celtíberos y astures.
Consiguió en todo caso que sus tropas llegaran hasta orillas del río Narcea.
Los esfuerzos que habían hecho las tropas romanan eran infinitos, pues no conocían la zona, y se encontraron con un entorno que no les favorecía en absoluto.
Frondosos bosques de haya, escarpadas cumbres, torrentes, un clima lluvioso con fuertes vientos a lo que no estaban acostumbrado.
Todo ello, más la resistencia de sus oponentes hicieron que sus fuerzas empezaran a escasear.
Por ello, Carissio decidió acampar a orillas del río Narcea para tomarse un descanso.
La extraña mujer
Mientras el resto de soldados recuperaba fuerzas, Tito Carissio decidió dar una vuelta por los alrededores, meditar en silencio y tranquilidad los siguientes pasos a seguir.
Mientras definía en su mente la estrategia que iba a tomar con sus tropas, Tito Carissio vislumbró a lo lejos del bosque la figura de una mujer.
Al principio pensó que era producto del cansancio y que su imaginación le estaba jugando una mala pasada.
Sin embargo, tras unos minutos observando la figura de la bella mujer, esta visión no desaparecía, por lo que empezó a pensar que, realmente había una mujer en aquel bosque.
La mujer estaba perfectamente acicalada, una bonita túnica de lino vestía su cuerpo, su pelo rubio era largo y lo tenía perfectamente peinado.
Resaltaban de su rostro unos bonitos ojos verdes.
La muchacha estaba peinando con un peine de oro su larga melena a los pies de un arroyo, cuyas aguas dejaban escuchar una melodía al moverse.
Mientras la mujer, ajena por completo a la figura de Tito Carissia, canturreaba mientras seguía peinando su cabellera.
Finalmente, Tito Carissio decidió acercarse a ella, fue entonces cuando la joven se percató de su presencia y echo a correr bosque adentro desapareciendo completamente.
El general enviado por Roma, la persiguió en un primer momento con cautela, pero según avanzaban los minutos, su búsqueda era más desesperada.
Corría como pollo sin cabeza dentro de un bosque que no conocía, muy frondosos, lleno de zarzas e hiriéndose con ellas.
Veía a la mujer a lo lejos y parecía que la alcanzaba, pero de repente, desaparecía en el bosque.
¿Cómo era posible que fuera tan rápida? Se preguntaba.
El comenzó a llamarla, y solo tenía como respuesta las risas de la joven, cosa que le desquició todavía más.
Tras una larga persecución, llegaron a una zona más escampada, donde había un lago, la joven se metió en él y empezó a chapotear mientras seguía riendo.
Por supuesto que Tito Carissio la siguió, sin embargo la joven, se iba adentrando más y más en el lago, que no parecía tener fin.
El agua empezaba a cubrir más y más, y Tito Carissio dejó de hacer pie.
Siguió adentrándose en el lago, pero según avanzaba empezaba a hundirse en el lago, ya no hacía pie.
El agua inundó sus pulmones, mientras la risa de la Xana del lago, no cesaba.
Tito Carissio se hundió para siempre en sus profundidades, y desde entonces se conoce a la Xana del lago como Carissia.
Así que si laguna vez, en sus visitas a los bosques asturianos ves una Xana canturreando, no se te ocurra perseguirla.
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