Seguro que en más de una ocasión has visto las personas que han sido galardonadas con los Premios Princesa de Asturias.
Pero, ¿conoces su historia?
La historia
Los Premiso Princesa de Asturias son una distinción que se concede a diferentes personalidades del mundo científico, literario, cultural, social y humana.
Los premios Princesa de Asturias son parte de la historia cultural de la región.
Se trata de reconocer la labor de una persona o institución por su importancia en alguno de estos campos.
Desde 1981 hasta 2014 eran conocidos como premios Príncipe de Asturias, ¿y por qué cambiaron de nombre?
Te preguntarás.
Pues bien, hace unos años el Patronato de la Fundación príncipe de Asturias dio luz verde a que los premios cambiaran de nombre y pasaran a ser conocidos como princesa de Asturias en honor a la legítima heredera del reino de España, la princesa Leonor de Borbón.
Además, el entonces Príncipe de Asturias, pasó a ser el rey Felipe VI.
En el año 2005 estos premios adquirieron aún más prestigio internacional del que ya ostentaban al ser reconocidos por la Unesco de «excepcional aportación al patrimonio cultural de la Humanidad».
Los premios
Como curiosidad el primer premio Príncipe de Asturias entregado fue al mítico atleta británico Sebastian Coe, que contaba con un palmarés envidiable entre sus innumerables medallas destacan dos oros olímpicos y dos platas olímpicas.
Además, el jurado tuvo en cuenta otros aspectos del deportista, como fue su activa participación en diferentes campañas y asociaciones promoviendo el deporte entre diferentes colectivos.
Los premios tienen carácter anual, es decir se entregan una vez al año, celebrándose la ceremonia en el Teatro Campoamor de Oviedo.
Las categorías actuales de la entrega de los premios Princesa de Asturias son ocho diferentes: Ciencias sociales, Investigación Científica, Artes, Deportes, Letras, Concordia, Comunicación y Humanidades y Cooperación Internacional.
Los premios son la representación de una escultura de Joan Miró, una insignia conmemorativa, premio en metálico y también se entrega un diploma que acredita haber sido galardono con el premio y la categoría por la que ha sido premiado la persona o institución que recibe la distinción.
¿Por qué Asturias?
La denominación “de Asturias” corresponde siempre al primogénito del rey de España y primero en la línea de sucesión al trono, en este caso Doña Leonor de Borbón, que recibe el tratamiento de Alteza Real por Real Decreto 1368/1987.
Como curiosidad también ostenta otros títulos como de princesa de Gerona, princesa de Viana (heredera del reino de Navarra), condesa de Cervera y señora de Balaguer (siendo heredera de la Corona de Aragón) y duquesa de Montblanch.
Pero volviendo a tierras asturianas, la denominación de Asturias es un título que se remonta a la edad Media.
Fue cuando el rey Juan I de Castilla concedió a su hijo y legítimo heredero Enrique, jurisdicción sobre este territorio.
Este traspaso tenía como objetivo primordial acabar con la lucha al trono entre las casas dinásticas de Borgoña y Tratámara, nombrando heredero del reino de castilla y trasmitir a este lo que conoceremos como el Principado de Asturias.
Así continuaría hasta la unión por los Reyes Católicos de Castilla y Aragón, cuando este título junto con el de Príncipe de Gerona pasaron a formar parte del heredero de lo que se constituyó como el reino de España.
El cargo llegó a la casa de los Borbones y estos se lo concederían a todo el que reinara en Castilla para así conseguir el apoyo necesario durante la guerra de Sucesión.
Este honor quedaría reflejado en la célebre primera constitución de 1808 recogiendo que sería el heredero de la corona el que ostentaría el título.
Así fue hasta las siguientes cartas magnas, pero el título de Príncipe de Asturias volvería a inicios del pasado S. XX, tras el fin del franquismo y la restauración monárquica parlamentaria recogida en 1978 siendo Felipe de Borbón quien ostentaba el título.
Los premios princesa de Asturias suponen a día de hoy, el máximo galardón que se entrega en España y todas las propuestas e candidaturas deben ser de máxima ejemplaridad y trascendencia internacional para conseguir en primer lugar ser aceptadas pro el jurado.
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